sábado, 23 de abril de 2016

El diario

La gente: ¡¿quién iba a pensar que detrás de esos ojos tristes y esa linda sonrisa se ocultaba un ángel vestido de negro?! 
Y para extrañarse aún más se llama Angelica, decían otras personas. Es cierto, así se llama la muchachita que vive en la casota de la esquina de la calle 10 con carrera 9.
Aconteció que un día durante la celebración de la septuagésima feria del pueblo la diversión de los niños con las atracciones mecánicas, el entretenido juego de apuestas entre los hombres y el chismorreo de las madres fue interrumpido por un fuerte grito de rabia y a la vez por un insoportable olor a quemado y es que la tierna Angelica había agotado sus cupones de paciencia y con una fuerza descomunal tomó por el cabello a una de las muchachitas del pueblo y la lanzó directo al transformador del poster. La gente boquiabierta, unos borrachos liberaron el alcohol de un solo golpe, los niños corriendo sin rumbo y envueltos en llantos suplicaban por el contacto materno. Sin darse cuenta todos formaban parte de la perfecta circunferencia cuyo centro era el cuerpo desmayado de Angelica, y con ella su diario.
Pasados los días aún seguían llegando personas a la plaza con coronas y cruces de mil colores. La casota de la esquina jamás volvió a encender una luz. Nadie tenía certeza del verdadero paradero de la muchachita. Todo lo sabido eran rumores.
La gente: ¡dicen que todos los niños la molestaban y le tenían apodos feos!, ¡yo nunca escuché nada!, ¡no creo que mi hijo sepa algo, él no se mete con nadie!
Quien tuvo el deshonor de leer el tan reservado y perverso diario pudo saber que la muchachita estaba poseída por alguien con una fuerza mayor a la criatura de los dos cachos.

Kari Deflores 
17/01/2015 
7:46 p.m.


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