JOHANA: Así fue mi bienvenida en la semana número veintitrés del aislamiento social por el COVID-19. El técnico de mantenimiento entró a mi oficina para sabotearme, y como la primera vez me dejó con un pie en el suelo y el otro sobre el escritorio, excitada y deseosa de algo más. Ese flaco Miguel tiene un no sé qué tan sexy y varonil que hace que me guste mucho más su picardía machista, eso de hacerme la seria no me ha estado funcionando o ¿tal vez soy masoquista?
secretos y tres
ANDREINA: En ese momento me urgía ir a un lugar privado para poder masturbarme porque mi imaginación volaba, pero fui interrumpida, por el técnico acosador, el mismo que amenacé por quererme violar cuando apenas él tenía un mes trabajando, Miguel sabe que guardo la evidencia, sin embargo, tuve que agradecerle porque me hizo saber que tenía mi pantalón mojado. Me sentí avergonzada, pero tengo la culpa por no usar bikini y por estar imaginando cosas en el momento menos adecuado. Cuando acabé con los trabajadores me cambié el pantalón y fui a la oficina de la supervisora para verla, entregarle los equipos que sobraron y además para saber si se iría conmigo a las tres, pero no me dio esperanzas, me dijo que no.
secretos y tres
JOHANA: ¿Qué dices?
ANDREINA: Disculpa si soy brusca o acelerada, pero desde hace meses he estado esperando para hablar de esto y tengo demasiadas ganas de besarte.
JOHANA: (muy nerviosa) Andreina…
ANDREINA: Ven princesa acércate, tranquila tú me detienes si no te gusta ¿ok? Siéntate sobre mis piernas, ¡al fin te tengo así de cerca!, Johana me encantas y quiero que sepas que no eres fea, aunque desnuda debes ser más hermosa. (risas suaves) Deja de temblar, me tomé la molestia de asegurar las puertas, puedes acariciarme si quieres.
JOHANA: No sé qué hacer.
ANDREINA: Entonces déjame a mí,
JOHANA: Andreina empezó a besarme tan suave que cada vez que sentía la punta de su lengua en mi boca mis labios y clítoris se contraían, algo rápido tal vez, pero así fue, nuestras respiraciones se iban acelerando, así como el poco tiempo que nos quedaba de recreo.
secretos y tres
MIGUEL: (sonidos de placer) Johana sabe besarlo tan bien que tuve que controlarme para no acabar en su boca, cuando halaba mis bolas hacía atrás yo sentía una corriente en mi espalda. Ella seguía mamándome el pene mientras yo le masajeaba su cabeza y cuando agarró mis nalgas para apoyarse y poder chupar más la cargué, rodé su bikini a un lado de su entrepierna y froté la cabecita de mi pene en su vulva, ella se lamia los labios, abrió su blusa y empezó a tocar una de sus tetas, le pregunté si deseaba sentirlo adentro, fui metiendo mi pene lentamente en su vagina, y al mismo tiempo fui caminado hasta el rincón más oscuro del taller,
JOHANA: (jadeando) Miguel detente, me tengo que ir…
MIGUEL: Te vas cuando terminemos.
JOHANA: Soy una vieja y tú un bebé. ¿Qué es lo que te tiene loco de mí?
MIGUEL: Tu habladera, cállate.
MIGUEL: Tuve que besarla, para que se callara, le metí la lengua hasta lo más profundo de su garganta, pude sentir el sabor que conservaba de mi pene, ella levantó su pelvis y así descubrí que meter y sacar mi lengua de su boca la hacía mover sus caderas en círculos, esos movimientos presionaban mi pene, sentí que su vagina se lo estaba tragando. Supe que Johana ya había acabado porque su fluido caliente bañó mi pene, mis piernas, aunque fuertes, se estaban tambaleando un poco, Johana no dejaba de moverse pero su celular empezó a sonar y me estaba desconcentrando.
secretos y tres
Huaycán, Ate, Lima-Perú
Junio 2020